×
Me encontraba a la hora del recreo y pa'que nadie me joda me ubico en el pasillo más inhóspito de la academia. Allí estaba en mi soledad saboreando una suculenta paletita.
De repente, llega el carpintero, se ubicaró cerquitita de mí, dis que, pa'instalar una puertita. Ese tipito no es empleado regular del colegio, es contratado cada vez que la administración requiera de sus servicios. El muy pervertido se la pasa ligándonos, hace cerebrito y luego corre hacia el baño a puñetiarse salvajemente a nombre de nosotras. En varias ocasiones lo han atrapado en el proceso.
Como iba, ése depravado preparó sus herramientitas y comenzó a realizar su trabajo, pero el muy cabroncito me regañó en varias ocasiones por el inapropiado largo de mi jumpercito, pero mantuvo su vista enclavá sobre mis muslitos.
El carpintero inició con su taladro martillo que hacía un alboroto infernal. Estaba ultrajando mis oídos, cuando repentinamente se le partió la barrena por estar pendiente al largo de mi jumpercito. Me alegré, pero el tipito buscó otra, reinició y se le volvió a partir. Yo seguía degustando mi paletita. Enfoqué la mirada pa'l carajo, lejos de su lado.
En eso, se me acercó, con una voz de borrachín y enfermito me dijo que necesitaba de mi ayuda. Dis que, sus barrenas requerían lubricante y que el mejor era uno casero, esencia de nena. -¿Qué? - exclamé
Entonces, el muy depravado, sin mediar palabras y muy atrevidamente comenzó a sobarme vigorosamente mis muslitos. Eso me encabronó un cojón, pero mi ambigüedad me creó un jodío conflicto en mi cabecita, que no sabía qué hacer.
Mientras esta inseguridad por decidir ocupó mi energía mental, ése maldito bellaco, proseguía sobando mis muslitos con este único deseo carnal, la fricción fue tan intensa que me calentó esa área.
Seguido, el carpintero burló la protección que mis panticitos me brindaban, y metió bruscamente 2 dedos en mi chochita, y los comenzó a retorcer despiadadamente y sin compasión, profundo en virginidad. Mientras, yo continuaba tratando de resolver el conflicto mental que estalló en mi mente, si lo dejaba continuar, o si repelía ése intenso y atrevido acto lascivo.
Me comentó, que si mis muslitos eran bien apetitosos, que mi chochita era como una tierna ostra. Yo estaba muy molesta, cuando divisé al director que desde el ala opuesta del plantel, estaba mirándonos con unos binoculares, pude divisar como se puñetiaba vigorosamente. El tipo no hizo un carajo, mientras esto cabroncito continuaba dándome de'o, y sobándome toíta. No sabía qué hacer.
En eso el carpintero retiró de mi chochita, sus dedos bañaítos con mis juguitos chochales, los llevó a su boca y los saboreó. Y me dijo: - ¡a caray nena, este lubricante está bueno, pero necesita más viscosidad!- -¿Cómo que mas viscosidad?- repliqué Esto me tenía súper encojoná, traté de zafarme, pero en realidad, no sabía qué hacer, si lo dejaba, o lo detenía.
Entonces, volvió a meter despiadadamente sus dedos en mi chochita, en eso, se presentó el conserje y reprendió al carpintero que con una bizarra explicación de la necesidad de él lubricante casero convenció al conserje, el cual decidió ofrecerle ayuda. Así que el bellaco conserje me sujetó por mis rodillitas, abrió mis piernitas, y comenzó a darme brocha bien ferozmente en mis gajitos.
Durante 24 minutitos estuvieron abusando de mí, sonó el timbre de entrada y me fui a mi clasecita con mis rodillitas temblando muy molesta, pero más me encabroné cuando me percaté, que los 2 cabroncitos nunca usaron mi caldito de chochita para lubricar las barrenas.