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Desde hace tiempo, me he percatado, que el conserje del segundo piso se la pasa ligándome, siempre busca coincidir conmigo. Lo he atrapado tasándome toíta en diferentes lugares en el colegio. Una vez lo vi tomándonos videítos con su Smartphone en un ángulo comprometedor, mientras bajábamos por las escaleras. Nunca he tenido confianza en ése jodío bellaquito.
Hace unos meses, el pervertido se me acercó y me ofreció un negocio que me dejaría con buena plata. El tenía conocimiento de que yo poseo una motorita 125 cc. Me propuso que llevara una muestra de su semen al banco de esperma local, dis que, porque él no tenía transportación en ése momento. Esa proposición me estuvo nebulosa, me suplicó, dis que, la necesitaban urgentemente, por esa razón toítas las ganancias serían para mí. Eso me convenció.
Fuimos a su covachita, me indicó que debía prepararse, pues debía enviar esa muestra fresca, y debía llegar al local en o antes de 22 minutitos una vez obtenida, y antes de que finalizara el mes. Faltaban 5 días para que finalizara. Además me indicó, que la muestra tenía que llegar íntegra, no se podía escapar ni una gotita de mi chochita, porque el contacto con el aire, dis que, dañaría la muestra. Que por esa razón, el mejor método, era meterlo en una calientita y húmeda chochita, pues eso crearía en efecto de sellado al vacío y mantendría vivitos a los espermatozoides.
Eso me asustó un poquito, ¿a qué chochita se refería?, pues, yo había asumido, que él ya tenía lista la muestra. En ése instante se sentó en su banquetita detrás de mí, y de repente comenzó a sobarme mis batatitas y muslitos bien lujuriosamente, con mucha emoción lasciva. Eso me encabronó, le reclamé y me respondió, que eso lo hacía para calentar y ganar inspiración y poder sustraer su cremita de cojón. Pero las ganancias versus la molestia que me el acto me causaba entraron en conflicto en mi cabecita. Durante ése momento de indecisión, el conserje, tomó ventaja, se arrodilló, me sujetó fuertemente por mis muslitos y con su pulposa lengua pudo levantar el borde de mis panticitos, y la metió entre mis nalguitas. Eso sí que me encabronó aún más, pero no sabía qué hacer.
Le reclamé una vez más, esta vez lo justificó dis que, eso era parte del calentamiento. El prosiguió pasando esa babosa lengua por mis nalguitas, yo seguía incómoda.
Repentinamente, se levantó, se bajó la bragueta y se sacó una morronga carnosa y cabezona. En ese momento asumí que se iba a puñetiar y llenar algún frasco con su leche de cojones. Pero no fue así. Me agarró fuertemente por mi cinturita, y a través del borde de uno de mis panticitos, metió ferozmente y sin piedad esa carnosa morronga. Me sentó en su falda y comenzó a culetiar desesperadamente, clavándome ése animal con mucha furia. Sus movimientos pélvicos eran tan feroces y tan enérgicos, que me hacían saltar de su falda una y otra vez, causando que me ensartara seguidamente.
Me encabroné un cojón y le volví a reclamar, y me dijo, que ése era el único método de mantener su leche de macho fresca. No sabía qué hacer, si lo detenía o lo dejaba terminar de clavarme. No podía concentrarme para tomar una decisión, pues ése pingo me causaba un puñetero dolor. Creo que ese pingo estaba empujando mi útero contra mis higadito. Era tan gordo, tan vigoroso, que casi me lleva a un estado comatoso.
Súbitamente, me inmovilizó bien duro contra su pelvis y comencé a sentir su mamerro pulsando y bombeando vigorosamente, continuamente durante 2 minutitos, toíto ese suero de macho profundo en mi chochita. Desesperadamente intenté zafarme de sus viles garras, pero sin éxito, así que le dije que yo no iba a cargar con su crema de cojones al banco de esperma. Que me había arrepentido. Es en ése momento, que en mi cabecita se reinició mi conflicto mental, molestia, culpabilidad, deshonra y humillación versus ganancias. Así permití, que su pingo continuara pulsando en mi chochita, esa pastosa y pegajosa cuajada de cojones.
Me paré de su falda, y de mi chochita se estaba chorreando su suero de macho, entonces vi como mi comisión se perdía. El conserje reaccionó preocupado por tal pérdida y exclamó: -
¡Se ha perdido toíta la muestra! - -Pero tranquila, que mañana lo intentaremos una vez más.-
Así lo estuvimos intentando hasta el fin de mes, pero siempre sucedía lo mismo, la cuajada de sus cojones se me escapaba de mi chochita dañando la muestra. El intentar consumar ese negocio durante 5 días, me causó estragos en mi vida, pero eso es algo que no escribiré en mi diario.