×
En la academia hay dos conserjes bien pervertidos que saben de mi pasión por las paletitas artesanales dificiles de conseguir. De alguna manera ellos siempre consiguen y me traen una o dos toítos los días. Hago cualquier cosa por chuparme una. Siempre nos citamos a la hora de la merienda en el local de la cafetería que se quemó hace unos años. Ahora es una estructura solitaria, abandonada. Sitio en donde las chicas van a hacer actos prohibidos.
Allí los tipitos se hacen presencia esperando por mi. Ambos turnean, un día se presenta negrito que es el mas tímido, pues solo busca sobarme lascivamente mientra observa como me chupo la paletita, no le reclamo pues él sabe que me gustan los dulces, por lo que le permito que se goce el momento.
El otro es el mas bellaquito, el que se la pasa clavándose a Viancy. Conmigo derrama toda esa lujuria dandome brocha caliente y babosa por mis batatitas y mis muslitos. Durante 50 minutitos el tipito se da un gusto cabrón conmigo.
No se como puede, sus glándulas salivares producen infinitamente litros de baba de macho bellaco. No se le reseca la jodía lengua. En ocasiones su robusta y carnosa lengua burla la protección que me brindan mis panticitos y la mete despiadadamente entre mis nalguitas. Eso me causa un lapachero en mi chochita, tan pronto el conserje se percata de que estoy mojaíta, el muy bellaco se pega a mis gajitos y como una poderosa ventosa drena toítos mis juguitos chochales.
Eso parece que le recarga su lengua así iniciando toíto el acto. Tengo que detenerlo pues siempre llego tarde a mi otra clasecita, en donde el pervertido profe saca provecho sobándome toíta como medida disciplinaria por llegar tarde.