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Papi me llevó a sala de urgencias, pues llevaba varios días, con un estreñimiento infernal. El doctorcito de turno me recetó, 2 medicamentos, uno oral y otro en supositorios. Papi se desapareció, me dejó solita en la sala. Allí dos enfermeros estaban embabaos, mirándome como 2 estúpidos retardaos.
Cuando llegó la orden del médico, ambos comenzaron a discutir, de quién iba, a administrarme los medicamentos. Hasta que decidieron hacerlos ambos. Uno viene con el jarabe, y me indica que el mismo, debe ser mezclado con salivita de macho para que se activara e hiciera su función. No le creí un carajo, le cuestioné. Me mostró la orden, y así lo especificaba. El muy cabroncito se echó toíto el contenido del frasco en su boca, me empuñó por mi pelo y me plantó un jodío beso de lengua, y descargó, toíto el jarabito en mi boquita. Con su regordeta lengua batió ése medicamento adentro de mi boquita durante 9 minutitos. Luego, me indicó que lo tragara.
El segundo, se sacó su impresionante morronga y vertió sobre ella un ungüento. Me espanté cuando vi eso. Rápido reclamé y el muy mamaíto me dijo, que ése era el supositorio. El tipito me mostró la orden, que se leía así. ¡Utilizar con aplicador orgánico!
Yo no estuve de acuerdo, eso me encabronó, asumí que se estaban aprovechando de mí. Pero como soy una nenita bien educada y disciplinada, no cuestioné más y me quedé quietecita.
Me sujetó fuertemente por mi cinturita, me subió mi cortita faldita, y posicionó su lujurioso mamerro entre mis nalguitas, metió sus lascivas manos por debajo de mi blusita y comenzó a amasajar mis tetitas. Mientras el otro, en frente de mí, comenzó a darme brocha en mis cachetitos. No me pude quedar calladita y reclamé una vez más. Uno de ellos, me indicó que sobar vigorizantemente mis tetitas, y lamberme mis cachetitos, era para apaciguar el dolor que el supositorio orgánico me causaría. Repentinamente. El enfermero me aguijoneó despiadadamente con su mamerro. Fue tan salvaje que grité, pero el otro me plantó otro beso de lengua, que ahogó mi grito. El depravado, sacó su morronga de mis estrías, recargó el ungüento y volvió a la carga, mientras el otro mantenía su robusta lengua adentro de mi boquita, fusionando mi salivita con la suya, dejándome una melcocha de baba en mi boquita. El otro enfermero, comenzó a mugir como un toro bellaco mientras bombeaba esos litros de consomé hombruno profundo en mí.
Los tipitos, se fueron y me dejaron dolidita. Pero casi inmediatamente, sentí, como la mierdita se aflojaba.
En eso, vi que dos guardias llevaban encadenados a los dos pervertidos enfermeros. Pregunté a los guardias… ¿por qué se llevan a esos enfermeros?... y me respondieron… No se deje engañar señorita, Estábamos tras la pista de estos 2 delincuentes que se hacían pasar por policías, doctores, sacerdotes y enfermeros. Son 2 violadores de nenas, estafadores y falsificadores profesionales.