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Hace años me encontraba en el metrobús esperando. Esta era una ruta extensa, por lo que había que esperar a que tuviera una cuantiosa cantidad de pasajeros. Cuando abordan estas 2 nenitas colegialas una rubita y una morena, se ubicaron en la parte trasera en dónde yo me hallaba. Vestían con estas diminutas falditas que hacían imposible evitar enfocar sus incitantes y apetitosos muslitos. La morenita calzaba suecos holandeses, eso es un terrible fetiche que en combinación con una minúscula faldita en una nena me transforma en una lujuriosa, obscena, lasciva bestia. Fui poseído por una pavorosa bellaquera que me llevó a cometer una locura. Esa nenita se encontraba frente a mí, haciéndome sucumbir ante mi inminente deseo de tomar acción y tocar esos muslitos. No pude contenerme, fui acercando mi pervertida mano hacia sus encantos. Coloqué la punta de mis dedos sobre su muslaje, eran tibios, suaves, firmes. Los comencé a acariciar, ella me enfocó con sus enormes ojos, sonrió. Eso me subió la bellaquera a niveles insoportables. Incremente mi depravada exploración por esas tiernas curvitas. Repentinamente, su amiguita se percató de mis maniobras y le llamó la atención a la morenita, pero fue ignorada. La nena me permitió seguir disfrutando, anduve, exploré desde sus batatitas, me detuve en sus rodillitas, transité por sus nalguitas. Mi mano estaba en un éxtasis, la otra quiso participar y se unió. Luego una de mis atrevidas manos visitó los muslitos de la rubita. Estos eran más robustos, pero suaves. Ella se encabronó, estaba molesta, pero se mantuvo dócil, se resignó, eso me puso más bellaco. Incrementé mi exploración en la rubita. Eso la impacientó aún más. La morenita la intentó tranquilizar diciéndole que era un viaje corto, que resistiera ese ratito, la morenita me miró y sonrió. El viaje inició, era una travesía de 2 horas.❤