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Era la presentación de las ideas para la feria de física. Le tocaba el turno de exponer a Monét, una de las más inteligentes de la clase. También del las mas provocativas de la clase, siempre vistiendo con sus cortitos jumpercitos que nos causan una terrible bellaquera. Siempre procuro ubicarla en los pupitre de al frente, pues cuando se sienta su minúscula faldita se le trepa aún más. Ella sabe que eso me pone bellaquito. Para empeorar la desconcentración que su seducción me causa, Monét tiende a cruzar sus deseable piernitas y comienza a ejecutar su síndrome de las piernas inquietas. Muy oportuna cuando desea llevarme a un estado ecatómbico de desconcentración para que yo no imparta la clase. Concluyo abruptamente la clase y me escurro al baño a puñetiarme ferozmente, a hacerme mucho daño a ordeñarme la salchicha venosa de la pasión nombre de Monét. En ocasiones me he puñetiado mi vástago del amor hasta 4 veces en un día solamente a nombre de ella. Cierto día corría hacia el baño y me interceptó preguntándome: ¿Profe, a nombre de quién te vas a puñetiar que vas con tanta prisa pa'l baño? No tengo ni puta idea el cómo ella sabía de mi debilidad. El día de la presentación la ubiqué al ladito mío, en dónde mis descarriadas y ansiosas manos, deseaban terriblemente manosear y cosquillear ése deseable muslaje de Monét. Le di el último turno, con el propósito de que al momento de finalizar la clase me quedara a solas con Monét. Estaba decidido a sobarle y lamberle ese muslaje y tal vez, espetarle mi estaca del amor fulminantemente, hasta que mis berrendos cojones le bombearan en su intimidad todo el elixir preñador de macho cabrío. Al terminar su presentación le indiqué: Quédate para discutir tu evaluación. Ella me enfocó con sus enormes ojos manifestando un tono de oportunismo al captar mis lascivas y pervertidas intenciones. Sin encomendarme a ninguna deidad, planté mi mano sobre un muslito, ella continuaba enfocándome con sus enormes ojos. Sobé intensamente ese muslaje, eran tersos y lozanos pero macizos, su nalgaje era blando pero bien redonditas. Inmediatamente le apliqué un brochazo de lengua caliente desde sus batatitas, sus muslitos hasta alcanzar sus firmes nalguitas. Monét se mantuvo quietecita, calladita mientras yo degusté de sus encantos durante 23minutos; pero ella seguía enfocándome con sus enormes ojitos. Entonces, la nena se expresó: Disfrutaste sobándome, besándome y dándome brocha babosa; verdad que sí. ¿Deseas volverlo a repetir? Pues me vas a otorgar puesto preferencial en la feria. De lo contrario seguirás puñetiándote a mi nombre.