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Tengo un excelente promedio en la clasecita de telecomunicaciones. Pero no he podido matricularme en el curso de la práctica pues los espacios son bien limitados. Tenía la urgencia de ser matriculada en ése curso, así que fui a discutirlo con mi maestrito. Me dijo que había que realizarme una prueba en vivo a ver qué tal ejecutaba. Me indicó que me presentara el sábado al salón de telecomunicaciones. ¡Sábado!; ese huevo quiere sal. Me recalcó que vistiera un cortito ajuar, y que fuera solita. ¡Solita! ¡Él sabe que todos mis ajuares son bien cortitos! Este tipito estaba planificando algo. Llegó es sábado y asistí al sitio. Allí estaba mi maestrito esperándome. Inmediatamente me asignó una tarea; preparar la cámara para filmar y transmitir. El se sentó en una sillita muy cerquitita de mí y comenzó con su lista de cotejo a verificar que yo estuviera realizando los pasos correctamente.
Pero, me percaté de que no estaba cotejando un carajo; tenía su mirada fija en mis muslitos. Él estaba embabao y relambiéndose, a leguas se notaba que en algún momento no se podría contener y me iba a manosear toíta. Dicho y hecho. El tipito no pudo aguantar y llevó su mano a mis muslitos y los sobó bien frenéticamente. Estaba bien desesperaíto. Balbuceaba, ¡puuuuñeta, estos muslitos sí que son bien suaves y estas nalguitas bien firmes!...luego deslizó sus dedos hacia mis gajitos, se coló entre mis panticitos y comenzó a frotarlos vigorosamente. Le reclamé… ¡basta! A lo que él recalcó… ¡mira bebé, déjame disfrutar de tus encantos y te matriculo inmediatamente! Estaba cabronamente molesta, pero acepté con la condición de que no me iba a dejar clavar por él. A lo que él me dijo… en muchas ocasiones deberás complacer al productor en todos sus pervertidos y lascivos inimaginables deseos. Le cuestioné que yo nunca iba a satisfacer esos inmundos y bellacos deseos. A lo que mi maestrito respondió que para progresar en el medio, había que hacer sacrificios. Eso me decepcionó tanto que decidí no matricularme.