×
Monét dirigía un evento de car wash para recaudar fondos para la clase, cuando un cliente embabao por los encantos que la cortita faldita de Monét dejaba al descubierto se le acercó para hacerle una terrible propuesta, en la cual Monét debía ordeñarlo a boca.
La chica se mostró reacia, pero para ganar su confianza, el pervertido le indicó que no temiera, pues su morronga era diminuta. Monét continuaba reacia. El tipo para ganar su confianza le muestra una paca de billetes, se baja su bragueta y procede a sacarse el mas diminuto y flácido pinguito. Le indicó que solo serían unos pocos minutos, que sería algo rápido.
La chica se sintió segura, aceptó y llevó ésa diminuta morronguita a su boquita.
Inició pues la faena. Mantuvo Monét esa morronguita en su boquita dándole amor. Se mantenía monguito y pequeño, la chica estaba muy confiada. Repentinamente el tipo bombeó una ronda de consumé de macho en la boquita de ella.
La chica tuvo que lidear con la pastosa, pegajosa y chiclosa emulsión de cojón que le dificultaba darle amor a ese flácido mamerro.
De momento, Monét comenzó a experimentar un desmedido crecimiento de la morcilla del amor del tipo. Esa bestia emprendió el dificultuoso camino hacia la gargantita de Monét. Fue cuando dió inicio a la tortura de la chica.
El pinguito se tornó en una viril, rebozante y temible morronga que despiadadamente ultrajaba las amigdalitas de ella.
Monét batallaba con esa bestia liberada. El tipo sin piedad ni remordimiento la forzó a entrar profundo en la gargantita de la chica. Allí expulsó un terrible contenido de crema hombruna que Monét no pudo manejar.
El tipo le exigía firmeza, que al final obtendría esa paca de $$$ para su causa.
Monét se mantuvo batallando. El despiadado mamerro le impedía tragar esa cataplasma de cojón, le acortaba la respiración. Lágrimas corrían por sus mejillas.
Pero la emprendedora chica estaba muy dispuesta a obtener esa paca de $$$ para su causa.
Los pocos minutos se tornaron en cuartos de hora, la chica estaba a punto de renunciar, el tipo no le daba tregua. No le permitía sacar su mamerro de su boquita hasta que por tercera vez, el pervertido bombeó otra berrenda cataplasma de suero de macho profundo en la gargantita de Monét.
La chica tuvo que lidear con 3 rondas de natilla machorra pero lo logró
El pervertido muy complacido regó la voz de su experiencia con Monét y a los pocos minutos la gasolinera estaba repleta de tipos bien bellacos sedientos de placer.