×
Nos preparábamos para la feria científica regional, como director de la academia deseo que obtengamos el primer lugar. Tenemos buenas candidatas, pero hay una en particular que arriesga todo por lograr sus objetivos.
Le hice un acercamiento y la nena está muy dispuesta a participar. Cariñosamente le llamamos Leibita. Es una chica que me enciende una jodía bellaquera cada vez que la veo, pues es de las pocas que utilizan su jumpercito bien cortito. Yo no aplico le reglamento de etiqueta, pa'l carajo, yo me disfruto intensamente a esas alumnas. No pasa un día que debo puñetiarme en mi oficina a nombre de ellas.
Volviendo a Leibita, ella aceptó el reto, pero había una condición. Yo tenía que sacar provecho. Le indiqué a la alumna que para tomar ventaja en la feria, en mi posesión yo tenía un flash drive con información privilegiada que nos llevaría a la cúspide. Ella se mostró interesada. Esa tarde, después de clases nos dirigimos al baño de la facultad. Ella tenía el jumpercito mas cortito que jamás yo le haya visto, lo que provocó que mi maceta del placer se activara en modo de ataque carnal. Ella se percató de mi excitación. Ella no cuestionó acerca de nuestra convocatoria en el baño, pues, yo me presenté con 2 de mis conserjes. Allí le propuse la condición: proporcionar placer a 2 de mis conserjes mientras yo tomaba videos. Para mi asombro, sin refutar, ni preguntar, Leibita aceptó los términos. Inmediatamente preparé mi Smartphone para grabar. Los conserjes sin remordimiento comenzaron a sobarle enérgicamente los muslitos a Leibita. Ella me compensaba con una sonrisa preciosa e inocente mientras esos tipos disfrutaban de ella. Luego fue sometida a la brocha caliente de cada uno. Le lambieron los muslitos hasta que sus lenguas quedaron secas como desierto. Yo seguía grabando. Seguido, uno de los conserjes se sacó su vástago del amor, hizo que Leibita se arrodillara, y se la zampó profundo en su delicada boquita. Mientras sus amigdalitas eran despiadadamente ultrajadas, el otro conserje sustrajo su pepinillo venoso, la sentó en su falda y lo introdujo sin pena, sin compasión, profundo en la privacidad de Leibita. Ella gemía de placer, lo que me llevó a puñetiarme sádicamente y ferozmente, sin considerar mi condición cardiaca.
El conserje que era ordeñado comenzó a bombear su suero de cojón profundo en la gargantita de Leibita, ella mantuvo esa morronga en su gargantita hasta que el conserje drenó sus berrendos cojones.
Los conserjes cambiaron de lugar. Inmediatamente el otro conserje metió su mamerro en la delicadita boquita de Leibita, este derramó su ira, inundó la gargantita de la nena con sus fluidos testiculares.
Yo grabé todo el evento. Durante 92 minutos estos tipos cambiaban posiciones con la alumna. 92 minutos de material para disfrutarlo seguidamente mientras me puñeteo sin remordimiento, sin compasión, haciéndome mucho daño. Ese año obtuvimos el primer lugar en la feria científica