×
Necesitaba urgentemente terminar una poesía para mi clase de literatura, la cual debía subir al servidor del colegio. Pero, el disco duro de mi laptop se dañó. El director del colegio se percató de mi desesperación, y me dijo que pasara al por la oficina, que él me brindaría ayuda.
Fui a la oficina a la hora de salida. Hacía un poco de calorcito y se lo comenté al director. El respondió que el aire se había dañado, pero que para lidiar con el calor, que me quitara mis panticitos. Dis que, eso me refrescaría, por eso él se había quitado sus calzoncillos.
El director se sentó en su butaquita, se bajó los pantalones dejando al descubierto su pelúa güeba, argumentando que tenía calor. Me agarró fuertemente por mi cinturita y me sentó en su falda.
Le cuestioné por qué tenía que ser así, pues su güeba, me estaba molestando. Que la sentía latiendo y estrujándose entre mis nalguitas y mi chochita. Me replicó que eso era para tenerme cerquitita de él y dis que, así podría brindarme una ayudita más íntima.
Así que comencé a redactar mi poesía. El director comenzó a sobarme mis muslitos bien lascivamente, a la vez que su güeba se tornaba cada vez más intolerable. Con cada pulsación su mamerro se alargaba y engordaba. Estaba comenzando a rozar mis gajitos. Hasta que en un movimiento brusco penetró cruelmente mi chochita. Ahí el director comenzó con un vigoroso culeteo, un severo movimiento pélvico que estrujaba ése mamerro adentro de mi chochita.
Reclamé una vez más. Que yo estaba ahí para terminar mis poemitas, no para que me clavaran, que él estaba abusando de mí. El director me indicó dis que, el conocimiento no solo se capta a través de los sentidos de los ojos y la audición. Que hay un método más directo. Y era a través de la fricción de, güeba con chochita.
Comprendí. Así que continuó el director transmitiendo todo ése conocimiento, y mis poemitas comenzaron a fluir. Repentinamente, sentí como su rebosante y pelúa güeba comenzó a bombear crema de cojones profundo en mi chochita. Reclamé aterrorizada, que me iba a dejar bien preñaíta. Pero el director dulcemente, me calmó cuando me dijo que su crema de macho solamente me iba a transmitir creatividad, no a preñarme.
Terminé los poemitas, él corrigió mi trabajo y me informó que requería algo de géneros literarios. Así, que llamó por el intercom al maestrito de literatura. Me levanté de la falda del director. De mi chochita se chorreaba la crema de macho del director, me espanté porque estaba perdiendo todo el conocimiento que me había traspasado. Me dijo: -Tranquila mi Leibita, mi conocimiento se recarga rápido.- Así que volvió a sujetarme fuertemente por mi cinturita, y me sentó en su falda. Entonces comenzó a transmitirme su conocimiento, pero esta vez lo hizo ferozmente y sin misericordia. Entendí que esta vez, él se aseguraría de que no se me chorrearía ni una gotita del conocimiento.
En eso llega el maestro de literatura, me toma por mis cachetitos y me planta un jodío beso de lengua. El director se percató de mi molestia, pero me calmó una vez más al indicarme, que el contacto de la pulposa lengua del maestrito con la mía, causarían una catarsis de transferencia de destrezas lingüísticas. Entendí, permití que el maestrito siguiera revolcando su pulposa lengua con la mía. Su baba se mezclaba con la mía, creando así una más viscosa y más calientita. Cuando mi boquita estuvo bien repletita de esa emplastá, yo la tragué toíta. Deseaba desesperadamente ésas destrezas.
En el momento que tragaba mi quinta cataplasma de baba, el director bombeó su segunda porción de crema de cojones profundo en mi chochita. Me levanté de su falda, muy satisfecha.
El director mi notificó que continuaríamos mañana a la misma hora, y así sucesivamente, hasta que terminara con mis poemitas.
Tardé 5 días en finalizar.