× Toditas las mañanitas, mi profe de salón hogar, llega junto con el conserje, y ambos abren el plantel. Como de costumbre, yo llego al colegio toditos los días y muy tempranito por la mañanita. Cuando yo no deseo tomar la clasecita, o que no quiero hacer un carajo, entro a mi saloncito hogar antes de que lleguen mis compañeritos de clases y el resto de la facultad. Allí le doy los buenos días a mi maestrito de la forma más amorosa y atenta que se me ocurra. Ya mi maestrito me conoce, y sabe lo que busco, pues lo hago muy seguidito.
Me voy acercando a mi profe muy despacito, mirándolo coquetamente, mientras él me mira con esta única intención de plantar sus manos en mis muslitos. Como a esa hora no hay estudiantes cerca, ni personal en los alrededores. El va llevando su pervertida mano hacia mis muslitos y comienza a sobarlos lentamente, muy suavemente, pero con mucho deseo carnal. Mi profe siempre recalca que son muy suavecitos y tersos. Luego él va levantando mi cortitita faldita y comienza degustar mis muslitos, pasándole su húmeda y pulposa lengua. Les da mucha brocha. Me los deja bien mojaditos y lubricaditos. Me los lambe por el lado, me los lambe por el frente y me los lambe por detrás. Toditos a vuelta redonda.
Muchas veces, su lujuriosa y carnosa lengua, se cuela por el borde de mis panticitos alcanzando mis gajitos, y los lambe vigorosamente con ella, hasta lograr que mi chochita supure mi néctar de juventud, los cuales el profe los degusta con mucha lujuria. Como soy una nena bien interesadita, me quedo tranquilita en lo que mi maestrito se da gusto.
Cuando termina, él me permite chatear durante todita la clasecita. No tengo que hacer un carajo, mientras a las demás les da muchas tareas.
En ocasiones, el conserje, coincide estar en el salón cuando mi profe y yo, estamos dándonos los buenos días. Lo que también tengo que darle los buenos días a él. Eso es indicativo de que, yo termino, con dos pares de manos sobándome todita, y dos lengüitas dándome mucha brocha caliente.
Hay otras mañanitas en la que mi profe, llega bien bellaquito, pues según el me cuenta, se la ha pasado toda la noche viendo porno por internet. El trata de conseguir satisfacción frotándose lujuriosamente su salchicha venosa. Se la puñetea despiadadamente y vigorosamente. Pero eso, no le brinda la satisfacción que busca; la cual solo encuentra por la mañanita cuando me da los buenos días. A de que, cuando me ve que estoy solita en el salón, me llama bien desesperadito a su lado, procede a bajarse desesperadamente su bragueta, se saca su morronga enrojecida por tanto frotársela la noche anterior, me sujeta fuertemente por mi cinturita, me remueve salvajemente mis panticitos, e introduce despiadadamente su morronga en mi juventud. Eso me encabrona un poquito, pues no deseo que me deje preñadita. Pero como soy una nena bien interesada, se lo permito, pues, siempre que lo hace, le exijo que me de buenas calificaciones en tareas que no haré.
Su salvajismo mientras me clava, tan y tan bestial, que mis gemidos y gritos se escuchan al estacionamiento. Pero a esa hora, el plantel está vacío excepto por el conserje.
El muy cabroncito siempre termina por entrar al salón frenéticamente para silenciarme, sacándose su lujurioso y perverso mamerro, y metiédomelo salvajemente y sin misericordia en mi delicadita boquita hasta que sus berrendos cojones logran inundar mi delicadita gargantita hasta veces 3 veces de corrido. El muy cabroncito me bombea en ella como 4 pintas de esa pastosita, desagradable y pegajosita lechita de pingo. El se mantiene metiendo y sacando su gorda morronga en mi gargantita como si fuese un pistón. De esa manera, el conserje pretende ahogar mis grititos En cuanto a mi querido maestrito, él obtiene satisfacción cuando logra depositar una sustanciosa cataplasma de fluidos bichales adentro de mi chochita consumiendo así la jodía bellaquera que lo atormenta. Y por lo tanto, obtengo el no hacer un carajo en mi primera clasecita de la mañana.
Laura cuenta como le da los buenos días a su profe.