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Había llegado a mi próxima clasecita para de esta salir en una gira hacia el museo, cuando para mi desgracia, mi maestrito se había ausentado y en su lugar enviaron a un maldito sustituto, un fanático pentecostal, un adicto a la religión.
A él le dió una jodía bellaquera con fastidiar con mis plataformas.
Reclamaba que no eran zapatitos escolares, que eran no apropiados para la actividad. Que lo decía en las escrituras. No sabía que en esos cuentos para adultos mencionara algo de zapatitos escolares. El tipito se imagina que somos estúpidas.
Pero su bellaquera incrementó al ver lo cortito de mi uniforme. Comenzó a balbucear como todo un retardo lenguas inventás pero sin quitar su lasciva mirada de mis muslitos. Así que tomó una yarda para medir el largo de mi faldita argumentando que en las escrituras se exige que el largo sea hasta los tobillos. Tal como los usa su horripilante mujer que mas parece un macho vestido de saco de comidas para perros
El muy enfermito olvidó sus rancios dogmas y conceptos aleluyos y se dió gusto conmigo, mientras medía el largo de mi faldita, el tipito sacaba provecho y me sobó vigorosamente mis muslitos fingiendo que lo que hacía era sujetar la yarda sobre mis piernitas.
Pero más grave se puso al ver la raja de mi faldita. Llevó su inquisidora yarda y la pasó entre la raja de mi faldita argumentando que debía medir la profundidad de esta y de vez verificar si llevaba panticitos apropiados y corroborarlo con las escrituras.
Mientras me reprendía me frotó despiadadamente mi chochita con la yarda, eso me estaba encabronando, pero, como soy una nena que no deseo crear problemas, me quedé calladita y quietecita mientras el deprabado disfrutaba de mí.
El tipito se puso más fresco y llevó sus bruscas y pervertidas manos a mi chochita argumentando que su deber era corroborar si estaba vistiendo panticitos protectores de virginidad. Me frotó salvajemente y despiadadamente mi chochita sobre mis panticitos, según él, observaba si en algún momento yo mostraba algún signo de exitación, si eso ocurría se pondría en contacto con su horripilante mujer para que me trajera ropa apropiada. Ya me lo imaginaba, ajuares de mujer pentecostal, moda de sacos de papas
Aguantaba mis emociones para no sucumbir, al no ver reacción en mí, el muy cabroncito aumentó su despiadada prueba, pero no pude contener mi néctar de chochita. Los dedos del pervertido maestrito sustituto se embarraron con mis fluidos chochales.
Eso era lo que el muy mamao esperaba. Tomó su móvil para contactar a su macho-mujer de apariencia pocina-bovina. Rapidamente exclamè que yo no iría a la gira, que no llamase a su mujer.
A lo que contestó Que la estaba llamando para que ella lo sustituyera en la gira, que él se iba a quedar conmigo toíto el día, dizque, para adoctrinarme en lo evangelios.