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Está esta chica de la academia, una de las que mas me pone bellaco, pues su mirada es tranquila y siempre usa unos jodíos uniformes puñeteramente cortitos que permiten a todo pervertido hacer cerebrito con ella.
Cada vez que tengo lleverlas a sus casas en el bus, me invade una maldita bellaquera que tan pronto termino mi ruta, tengo que detener la marcha, hacer un barbarismo y puñetiarme salvajemente yo mismo.
Cierto día había llevado a un grupo de las chicas de la academia a una gira en la ciudad colonial, una de las chicas estaba desaparecida, a de que fui en busca de ella, resultó ser que me pone frenéticamente lujurioso, la de la mirada tranquila.
La encontré en las escaleras traseras de uno de los edificios antiguos, disfrutando con un espinoso cactus. Rozaba sus muslitos con esas afiladas espinas, haciéndose mucho daño, pero parecía que lo disfrutaba. Eso me puso mas bellaco, mi morronga se activó y comenzó a latir desesperadamente, deseaba ser ese cactus.
La chica no se había percatado de que yo la miraba con este maldito deseo de clavármela bien duro y sin misericordia, de empalarla despiadadamente con mi estaca lechosa del amor.
Ella continuaba rozando sus muslitos y su pandorca con ése envidiable cactus. Mi morronga comenzó a filtrar fluidos bichales en mis calzoncillos, los estaba almidonando. La chica continuaba su intenso ajetreo pasional con ése maldito cactus, sus ojitos serenos y tranquilos se torcían del placer. Repentinamente me divisó, enfocó sus ojitos hacia mí me reprochó que yo me hallaba sudando por el deseo que emanada por darle una ruda, violenta y bestial clavá. Entendí que eso era una invitación directa a disfrutar de ella, súbitamente, mi miserable mamerro detonó todo mi placer acumulado que había reservado en ése momento para ella en mis calzoncillos, dejándome una cataplasma viscosa de ungüento de cojón que me deshabilitó. La chica comenzó a reírse a carcajadas, pausó y me dijo: -Daína es mi nombre- y con esa coquetería que la distingue, dio media vuelta y se discurrió por las escaleras.