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Me habían dado esta asignación, y necesitaba ir a buscar en la sección de libritos raros en la biblioteca, un texto, que no aparece por ningún lado en las redes. Fui a la biblioteca y vi estos inmensos anaqueles repletos de libritos, buscar ahí me tomaría horas, tal vez días. Yo no deseaba perder mi tiempo buscando dicho texto.
Vi al bibliotecario, sentado en su escritorio leyendo un librito raro, le pedí ayuda y me dijo que lo buscara yo solita. El tipo, no se levantaba de su escritorio.
Yo sabía. Por parte de mi hermanita Aidita, que el bibliotecario, le gustaba ligar por debajo de las falditas a las nenas. Pues los otros días, la sorprendió, y le estuvo sobando sus muslitos por un buen ratito.
Así, que tomé ventaja de eso. Le dije que yo sabía de su debilidad de ligar a las nenitas, pero, que, si me ayudaba, yo le daría algo más que ligar.
El tipo se levantó con la velocidad del rayo, y se puso a buscar el librito.
Me ubiqué detrás de él. Vi una escalerita y trepé mi piernita en ella, acercándome bastante a él. Le estaba mostrando aún más mis muslitos por debajo de mi faldita.
Eso puso, bien bellaquito, al bibliotecario que no vació, en llevar su enorme y robusta mano, a mi muslito de la piernita, que había trepado en la escalerita. Él lo comenzó a sobar y acariciar, mientras buscaba el librito. Lo sobaba con una lujuria, tan y tan intensa, que esa mano, se sentía bien calientita y rica.
Después de 20 minutitos, el bibliotecario me dice que regresara al otro día, pues no encontraba el librito y tenía otras cosas que hacer.
Eso me molestó, pero regresé al siguiente día, y se repitió lo mismo.
El tipo me estuvo sobando mis muslitos, y esta vez me agarró mis tetitas. Las sobaba con mucha pasión. Como a los 20 minutitos, me dijo que regresara mañana, pues el librito no aparecía.
Fui al segundo día; y el bibliotecario volvió, a disfrutar de mis muslitos, tetitas; y esta vez comenzó a sobar mis nalguitas. El librito no aparecía, me tuve que ir.
Regresé al tercer día, y el bibliotecario volvió a disfrutar de mis muslitos, tetitas, nalguitas; y esta vez, comenzó a introducir sus dedos entre mis gajitos. Los retorcía vigorosamente, hasta que los sacó empapados del juguito de mi chochita. Después de haberme disfrutado toíta, me dijo, que debía retornar al siguiente día, pues el librito no aparecía.
Al cuarto día, una vez más el tipo me estuvo disfrutando toíta, esta vez, comenzó a lamberme con su gruesa y babosa lengua mis muslitos y mis tetitas. Pero el dichoso libro no aparecía. Regresé un quinto día, ya molesta, el bellaquito bibliotecario, siguió sobándome mis muslitos, chupándome mis tetitas, y esta vez, metió su lujuriosa y babosa lengua bien adentro de mi chochita. Me estaba ultrajando bien duro. Pero necesitaba ése librito. El tipo me dijo que mis juguitos chochales eran sabrosos.
Al fin, él hizo, que yo, explotara en un delirante placer que de rodillas caí. Ahí fue cuando el libro apareció.
Me sorprendió la cogida de pendeja que me dio el muy bellaquito bibliotecario. El librito que yo estaba buscando, era, el que el muy cabroncito estaba leyendo el primer día. Yo pensaba que estaba sacando provecho de él y él, lo sacó de mí.