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Mi papito siempre mantiene una condición física óptima. Toditas las tardes, el realiza su rutina de ejercicios, a los cuales, yo, siempre me incorporo. Hoy hicimos la rutina de resistencia. Las Las lagartijas clavadoras. Son las que más resistencia demandan. Además de ser bien dolorosas, y el dolor es mucho más intenso pa'l que asiste, en este caso, yo. Hay que realizarlas correctamente, porque, en muchas ocasiones, causan sendas lesiones.
El ejercicio consiste, en que yo me ubique abajo, y mi papito, arriba. El pega su pelvis contra mis nalguitas en la posición de, inicio de lagartijas. En el procedimiento, yo no puedo permitir que mis tetitas hagan contacto con el suelo. Mi papito que está encima de mí, hace presión hacia abajo sobre mi cuerpecito, intentando hacer, que yo toque piso, mientras yo la hago a la inversa. Uno queda bañao en sudor, adolorido, pero satisfecho. Ahí se crea el efecto de la resistencia, lo que beneficia a ambos. Esta vez mi papito siempre exigió, que realizáramos la rutina solo, con camisetas puestas. Según él, eso aumentaría el grado de dificultad.
Hoy tratamos dicha rutina, deben realizarse 250 repeticiones. Tan pronto como iniciamos, la presión ejercida creó sus efectos secundarios. La morronga de mi papito lindo, que se hallaba en reposo entre mis nalguitas, se endureció rápidamente, y sin misericordia se metió entre mis nalguitas hasta que encontró mi intimidad, y por ahí se fue. Mi desgarrador grito se escucho en la casa del vecino. Eso era una fábrica de hemorroides. Pero papi me dio ánimo para que no me rindiera. Solo llevábamos 24 repeticiones. Es que este ejercicio es bien doloroso. Así que seguimos realizando las lagartijas clavadoras.
Mis piernitas temblaron, el sudor corrió por mi carita, por mis tetitas, por mis muslitos. Pude sentir a ese mamerro, comprimiéndome la mierdita en mis tripitas. Papi es incansable, mi conciencia se nubló, el dolor me hizo entrar en shock. Mis ojitos se desorbitaron, parecía que estaba poseída. Solo íbamos por la repetición 112. Lágrimas corrieron por mis rosaditas mejillas. Estaba a punto de desfallecer. En la repetición 160, el mamerro de papi se salió, y se metió por mi chochita… Le grité a mi papito lindo… ¡sácalo… sácalo… sácalo, que no tengo el anticonceptivo puesto y me puedes dejar bien preñaíta!
Mi papito corrigió el rumbo de su mamerro, y lo metió por mi culito otra vez. Eso no cambiaba las cosas, el dolor era terrible.
Pero tuve una suerte bien cabrona, papi no aguantó, y sus berrendos cojones expulsaron un chorro de fluidos bichales profundo en mi colon. Perdió mi papito su empuje, y cayó rendidito. Yo me tiré al piso con un clase de dolor bien cabrón. Papi me dijo… Hoy hicimos 190 repeticiones, mañana alcanzaremos nuestra meta… Le pedí a papi que por favor, mañana con sudaderas puestas. No sabía si aguantaría otra así, a lo que mi papito me respondió… Tranquila mi bebita linda, mañana usaré el ben-gay del abuelo como lubricante…
La rutina de ejercicios
Alexandria narra como ella con su papá realizan la rutina de ejercicios.