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Estaba en la biblioteca esta nena en busca de un librito raro. Desde hace tiempo que estoy ansioso por ponerle mis manos encima.
Ella tiene la reputación de ser muy coqueta, seductora y curiosa, lo que la hace deseable entre el personal de la academia.
Allí me pidió ayuda para adquirir el libro pero le dije que era restringido que no podía entregárselo.
La desesperación por obtener ése librito la llevó a suplicar. A de que me inventé un requisito el cual susurré a mi asistente de mis nefastos propósitos.
Comencé a coquetear con la nena, le dije que se veía muy apetitosa con ese uniforme tan cortito, que me tenía bellaquito, que estaba deseoso por sobarla y chuparle los muslitos.
De su boquita salió un - ¡qué carajos!
Pero se resignó y se posó ante el mostrador. Entendí su mensaje. Inmediatamente puse mis 2 manos sobre sus muslitos. Le sobé sus muslitos, sus batatitas y sus nalguitas con un intenso deseo carnal.
Pasado 6 minutos me reclamó que cesara de sobarla, que era suficiente. Pero no le hice caso. Seguí disfrutando de su tierna suavidad. Comencé a darle brocha, a lamberle sus muslitos; a lo que exclamé que eran sabrosos.
Pasado 8 minutos mas la nena me indicó que parara, que entendía que ya era suficiente, pero le dije que eso era necesario, que lo que hacía era lubricarle sus muslitos con mi baba, que eso la ayudaría a la elasticidad del colágeno.
Eso le molestó, pero como ella es una nena bien curiosa, se quedó quietecita.
Yo la seguía sobando lascivamente. En eso logré burlar la protección que sus panticitos le brindaban, y despiadadamente comencé a frotar sus gajitos y sus nalguitas.
Ella me reclamó que eso era incorrecto.
Pero yo continué con mi inmisericordioso y brutal disfrute. Pude ver como la nena sudaba de desesperación.
Por mis venas aumentó esta jodía bellaquera que me llevaron a sacarme mi morronga y empujársela despiadadamente entre sus nalguitas.
Pude sentir como mi morronga le comprimía la mierda en su colon.
A ella se le zafó un grito que se escuchó por todo el pasillo. Buscó apoyo en el asistente del bibliotecario, pero el muy hijo e'puta lo que hacía era filmando la escena con su móvil, para poder verlo en su intimidad y puñetiarse cada vez que lo viera...
Me puse tan eufórico que sin compasión, aumenté mi furia clavadora. Pero esta nena como es tan curiosa, se mantuvo tranquilita aguantando todo el furor de mi vástago del amor. Mantuvo su carita indiferente aguantando todo ése terrible dolor como toda una heroína.
Al pasar 22 minutos pude sentir, mis berrendos cojones descargando todo mi néctar de macho adentro de mi heroína. Me reclamó que ése requisito la había dejado dolida, a lo que le respondí que tenía sus ventajas, que no iba a padecer de estreñimiento.
La nena se marchó de la biblioteca, con mucha dificultad al caminar, pero con su libro en mano.