× Llegó el momento de presentar mi proyecto de la clasecita de economía. El profe de esa clasecita es bien exigente, es muy difícil obtener un 100%. Para lograrlo hay que esforzarse
Pero tengo una carta bajo la manga, mis compañeras de clase me pusieron al tanto de las más impías y obscuras obsesiones de mi maestrito.
Según ellas, el maestrito arrastra un terrible fetiche. Se vuelve frenéticamente loquito y fácilmente manipulable cuando ve a alguna estudiante con su uniforme bien cortito, o usando leg warmers de 2 colores, o que tenga un diseño henna en su mano o que use zapatos escolares con plataformas. Si ése fetiche se alimenta adecuadamente, él accede a cualquier petición que le hagan. A de que hice todo lo recomendado, para asegurarme cumplí con todos los requisitos.
Así que llegamos al saloncito, tan pronto entré, el profe me divisó como si tuviera un radar de lujuria. No apartaba los ojos de mí, tanto así que durante otras presentaciones, solo estaba pendiente de mí.
Cuando llegó mi turno me ubiqué cerquitita de él. Inmediatamente, sin ningún remordimiento, lo primero que hizo fue poner su robusta mano en mis muslitos. Luego preguntó el tema de mi proyectito.
Mientras yo iba deponiendo, él me sobaba desesperadamente, con un incontenible frenesí. Casi me interrumpe. Su euforia era tan intensa que se me acercó mucho más. Llevó su cara contra mis muslitos y comenzó a darme atrozmente mucha brocha babosa y caliente. La recorría por mis muslitos y mis nalguitas. Fue tan feroz, que sentí cuando su lengua quedó seca, en eso yo le reclamé que estuviera pendiente a mi presentación. A lo que otra de la clase le solicitó que me permitiera terminar, que si estaba tan bellaquito, que me clavara después de la clase. El profe abruptamente finalizo con mi presentación y me indicó que a la salida pasara por su oficina para terminar con mi evaluación. Este maestrito tiene en su expediente varios casos con estudiantes que ha enviado al hospital por lo despiadado y cruel que se las clavó. Esa jodía mariconcita me jodió.