× Había terminado el día escolar y yo me quedé solita en el salón junto con al profe para ayudarlo a mover su escritorio pues él deseaba realizar un cambio en su salón.
El profe me había pedido ayuda y yo acepté. Él se cree que yo soy una tontita; ya sabía que les había hecho esa propuesta a mis hermanitas. Alexa me había dicho que él estaba loco por quedarse a solas con una de nosotras para satisfacer su incontenible bellaquera que nosotras le causamos. Por lo tanto planificó toíto.
Yo tenía mucha curiosidad por saber ¿qué iba a hacer? con la que aceptara, pues como saben soy bien curiosa.
Así que comencé la labor de ayudarlo. La primera tarea era mover un escritorio y mientras yo empujaba el escritorio del maestro mis carnosos muslitos se acentuaron,
se marcaban cada vez que yo ejercía la fuerza necesaria para mover el mueble. Más lo acompañaba con un sexy y seductor gemido. Tenía curiosidad por ver la reacción de mi profe.
Vi cómo mi maestro se excitaba más y más.
Tal parece que él no pudo contener su lujuria lasciva que ardía adentro de él por mí; que terminó rodando su silla hasta en donde yo me encontraba.
Sus enormes manos comenzaron a sobar mis batatitas y mis muslitos. Escuché cómo él decía en voz baja que mis muslitos eran bien suaves y tiernos. La curiosidad me embargaba. Quería ver hasta dónde él llegaba; así que me apoyé en la puntita de mis pies para que mi maestro pudiera deleitarse y pudiera sobarme mejor. Él volvió a decir ¡Que suaves, tiernas y tibias se sienten!
Son como piel de bebé, como la seda. Se siente tersa y lozana.
Yo me quedé en silencio, quietecita y tranquilita para que é pudiera disfrutarme toíta.
Las lujuriosas manos de mi profe motivados por tal vez por un impulsivo deseo lascivo, sobaban mis carnosos muslitos, apretaban mis blandas pero firmes nalguitas,
exploraban mis tonificadas batatitas y luego terminaban otra vez en mis nalguitas.
Me quedé quietecita y calladita durante el tiempo que mi profe consumía esa lujuria, ese deseo lascivo, esa bellaquera que por sus venas corría y que aumentaba cada vez que me veía. Creo que estuvimos como una hora. Sé que mi profe me disfrutó mucho.